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Capítulo 05.

Dicen que hay personas que aparecen en nuestras vidas para salvarnos de una caída inevitable de la faceta de la sustentabilidad.

Jungkook no era un alfa diferente a otros, poseía las mismas características que otros alfa comunes y corrientes. Era receloso de lo suyo, posesivo, exigente, audaz y astuto. Él no quería saber lo que era el amor o como este se sentía. Se conformaba con su sola persona, pero como las estaciones él igual cambió cuando vio su primavera pasar frente a sus ojos como un rayo de sol en medio.

Supo que se había enamorado cuando no paraba de pensar en ese omega de cabello rubio rizado, ojos mieles y hoyuelos. La manera en la que sus emociones se elevaban, su corazón latía fuerte y sus manos sudaban cada vez que lo tenía frente a él no era usual. A menos que fuera alérgico a él, pero, ¿cómo lo sería? Si lo último que quería era alejarse de él.

La primera vez que coincidieron en un club de los pubs cerca del edificio de la empresa. Jungkook solía tomar una que otra copa de vez en cuando, pero esa noche fue diferente. Se acercó al omega que lo tenía loco. Ni siquiera se atrevió a hablarle, pero cuando el ojimiel de menudo cuerpo se acercó a él fue como si un imán los uniera.

Pasó lentamente. Jimin bailó, pero estaba tan cerca de él que Jungkook podía afirmar que el ojimiel bailaba para él. Una cosa llevó a otra y se encontraba acorralando al omega contra la pared mientras devoraba sus labios. Jimin que se apoyaba en la pared mientras una de las rodillas de Jeon se encontraba en medio de ellas, su rostro se encontraba levantado, mientras sus ojos humedecidos por la intensidad en la que se tocaban y sus labios rojos, hinchados y lo entumecidos que se encontraban en forma de flor mientras besaba al alfa que para estas alturas lo tenía en su éxtasis.

El club no era un buen sitio para hacer más de lo que querían, así que Jungkook los dirigió a su edificio.

La noche fue todo lo que nunca pensó pasar en una simple noche de sexo. El omega no era tan tímido como creía, es más lo animaba a ser más "rudo" de lo que él quería.

—Más, más...

Los jadeos, gemidos, exigencias y piel chocando fueron la música de fondo en esa habitación.

La mañana siguiente Jungkook no encontró al omega en ninguna parte de su apartamento. Lo buscó hasta debajo de las almohadas, pero simplemente ya no había rastro del ojimiel que lo llamaba alfa por la noche.

El trabajo, pensó. Jimin no era de los empleados que llegaban tarde o entregaban sus informes tarde.

Esa mañana llegó a la empresa con una sonrisa impresa en su rostro, destilando alegría y ánimo. Hasta que lo vio. El omega que ocupaba su mente día y noche, se encontraba acorralado en una esquina con un alfa.

—¡Park! —su sonrisa se había acabado por completo. El rizado volteó a verlo, ni siquiera se tomó la molestia de saludarlo, es más no acudió a su llamado y se fue con el alfa a los baños de la empresa. Ese maldito alfa ni siquiera era su empleado, ¿qué mierda hacía en su empresa?

Así ocurrieron más días, descubrió que el alfa era un tal Hoseok dueño del club en el que había coincidido con Jimin.

Jungkook no podía negar que se moría de celos y más cuando veía la sonrisa que Jimin le había regalado a él muchas veces, dirigida a otras personas.

Amaba ir a ese maldito club, a pesar de que veía al alfa que lo fastidiaba.

Las noches de sexo alocadas siguieron y siguieron. Los celos de oficina eran iguales, iba a hacer que el omega solo fuera para él, que sus sonrisas solo fueran dirigidas a él, que sus palabras dulces solo sean para él...

El tercer trimestre del embarazo era lo peor. Jimin estaba completamente descontrolado, sus hormonas bajaban y subían todos los días. Sus cambios de humor eran cosa de siempre. Jungkook amaba mimar a su omega cada que este lo pedía, pero a veces Park no lo hacía y Jeon creía que su omega quería espacio así que dejó un par de días que Jimin se animara solo. Fue un gran error.

Jimin se encontraba llorando en el baño de su habitación como si alguien lo hubiera golpeado, aún peor. Jungkook creyó que su parto se había adelantado, lo llevó al hospital de emergencia y le hizo todos los exámenes posibles para saber que le pasaba ya que el ojimiel no había dicho nada en todo el trayecto.

Cuando el doctor le dijo que era falta de atención del alfa, Jungkook estaba a nada de desmayarse. Jamás creyó ser el tipo de alfa que descuida a su omega y al parecer lo era. Se sentía tan frustrado por haber hecho que su omega derramara lágrimas por él que no podía hacer más que maldecirse.

Pero al igual que las hormonas elevadas y los cambios de humor, Jimin también se encontraba constantemente excitado. Sus sueños húmedos habían aumentado y si que necesitaba de las manos de su alfa encima suyo.

—Mi oruguita —dijo acariciando su vientre sobre la tela de lencería que vestía—. Perdón si te aturdes un poco, pero tu papi y yo nos daremos amor —le dijo a su vientre.

Aún estaba en el baño, arreglando su delineado de gato y su cabello rizado que se pegaba en su frente. Sus labios estaban rojos y humedecidos para su alfa al igual que otros lugares.

Sabía que Jungkook había llegado, sentía el aroma del pelinegro muy cerca y su corazón comenzaba a latir más fuerte porque su omega le decía que su alfa ya se encontraba en la habitación. Así que salió del baño, vistiendo un pequeño camisón de lencería que apenas le cubría el trasero con la tela transparente. Sus medias largas que le llegaban hasta los muslos igualmente transparentes, junto a un moño rojo en su rizado cabello y otro en su vientre. Recibieron al alfa agotado por el trabajo en la cama.

—Alfa... —susurró al llegar frente al pelinegro que lo miraba embelesado.

Jungkook lo tomó de las caderas de la forma más delicada posible, mientras lo atraía hasta su cuerpo para luego encajar su cabeza en el cuello de este, para aspirar ese aroma a tulipanes que lo enloquecía. El mismo que ahora se encontraba más dulce de lo usual por el embarazo.

—Jimin... —dijo—. No quiero lastimar a nuestro hijo...

El palpitar del corazón de alfa y omega se unieron en uno. Latiendo fuerte, uniéndose a ellos un latido pequeño y casi unisono.

Los labios de Jimin besaron el cuello del alfa, recorriendo toda la extensión que le era expuesta.

—Jamás lastimarías a nuestra oruguita, alfa —lo calmó.

Jungkook bajó sus manos a las nalgas del omega, apretando la zona mientras amasaba la piel. El lubricante ya se resbalaba por la piel lechosa del ojimiel. Bajando por sus muslos y perdiéndose en su propia piel.

—¡Alfa! —jadeó Jimin al sentir los dedos de su alfa juguetear en su entrada. Mientras se mordía sus labios y gemía sobre el hombro de Jungkook.

Él tampoco se quedó atrás e introdujo sus dedos al boxer de su alfa, sacando la larga extensión de pene que este le proporcionaba.

—¡Dios! —gimió el alfa al sentir los dedos cortos de su omega, satisfaciéndolo. Mientras lo masturbaba.

—Jungkook... Alfa... Por favor, a la cama.

Lo cargó hasta la gran cama matrimonial en su habitación. Dejando al omega encima de las sábanas ordenadas en un nido sobre esta. Besando sus labios, mientras lamía su rostro y lo preparaba para él.

Cuando introdujo su hombría en la entrada del omega, este gimió tan fuerte que podía jurar que sus vecinos los oirían. Lo que lo enloquecía más al pensar que otros alfas u omegas podrían oír a su omega.

Lo embistió de una vez y Jimin se retorció en la cama, mientras apretaba las sábanas de la cama. Su vientre ya grande se levantaba junto con él.

La noche fue corta ya que Jungkook al ya no poder anudar por el estado de su omega, se corrió dentro suyo un par de veces hasta que Jimin se agotó y besó sus labios una vez más para decirle lo mucho que lo amaba.

Pasó un mes para que la noche del parto llegara. Jeon había enloquecido corriendo de aquí para allá toda la madrugada. Ya tenía todo un plan para cuando Jimin diera a luz, pero eso no significaba que estuviera listo para ese momento.

Había visto a los padres del omega un par de veces. La primera vez no había sido para nada lo que hubiera querido, ya que se ganó una paliza de parte del padre del rizado por haber embarazado a su "bebé". Ahora se encontraba con él en la sala de espera, comiéndose más uñas de los nervios.

Él no era cercano a su familia por lo que sus padres no se encontraban junto a él, pero si que estaban sus cinco hermanas. Todas esperando el nacimiento de su sobrino para mirarlo y consentirlo.

—Señor ya puede entrar —le informó la enfermera de Jimin una vez salió del quirófano—. Su omega se encuentra estable.

Jungkook entró a la habitación de su omega y detrás suyo la orda de personas que tenía como hermanas y sus suegros.

Cuando vio a su omega empapado de sudor y sonriente son los ojos hinchados y las mejillas rojas. Sintió como si se enamorara de nuevo.

—Mi amor —dijo al llegar al lado de la camilla—. Omega...

Y lo vio.

Una cosita pequeña envuelta en sábanas blancas, en los brazos de su omega. Estaba rosadito y su cabecita era pequeña, pequeña como las muñecas de sus hermanas cuando era pequeño y jugaba con ellas.

Jimin estaba llorando y Jungkook no se dio cuenta cuando él también lo hizo.

Un "awww" se escuchó detrás suyo mientras la balada de "Lover" de Taylor Swift se escuchaba a fondo. Sabía que eso era tramado por una de sus hermanas. Sus suegros se posicionaron al otro lado de la camilla viendo a su nieto.

—¿Puedo cargarlo? —preguntó a Jimin. Tenía miedo, pero quería tenerlo en sus brazos. Alguna de las clases de yoga que tomó junto a su omega servirían de algo.

Jimin asintió sin decir nada. Al igual de Jungkook su garganta se encontraba cerrada por un nudo de un millón de emociones que no sabía cómo describir al ver a su hijo.

Jeon tomó al bebé entre sus brazos mientras lo mecía poco a poco. El pequeño bebé parecía dormir tranquilo.

—Es hermoso —susurró acariciando las mejillas de su hijo. El pequeño bebé se movió un poco lo que asustó a Jungkook, pero no impidió que su sonrisa parara.

—Se parece a ti —dijo Jimin, por fin—. Es omega —anunció.

—Mi hijo es un omega —repitió el alfa anonadado por lo que veía entre sus brazos. Se había enamorado por tercera vez.

✧✦✧

Jungkook dejó la empresa a manos del gerente y vicepresidente Min Yoongi, mientras él tomaba unas largas vacaciones en un pueblito alejado de la cuidad a las afueras de Busan.

Quería lo mejor para su hijo y lo último que esperaba para el crecimiento de su pequeño Minsoo, era que el ruido de los vehículos y la contaminación de la cuidad fuera el lugar donde creciera.

Jimin estaba feliz por la decisión de vivir en un lugar alejado de todo el caos de la cuidad. No se opuso cuando Jungkook se lo propuso.

—Minsoo, mira a papi —animó mientras se ponía una máscara de mono, haciendo reír al pequeño bebé que corría en su carriola para andar por toda la sala.

Jimin que había ido a dar de comer a las cabras, llegó en el momento exacto cuando padre e hijo reían mirándose el uno al otro mientras se sonreían como solo ellos podían hacer. Sus ojos brillaban y de ellos se reflejaba tanto amor que Park no podía hacer más que llorar ante tal imagen frente a él.

Jungkook supo que algo no estaba bien cuando su hijo cambió de expresión y comenzó a llorar caminando en su carriola hasta su madre que igual lloraba. El alfa caminó hasta su esposo y lo sostuvo del mentón.

—¿Pasó algo? ¿Los vecinos volvieron a intentar llevarse una cabra? —preguntó preocupado.

El ojimiel negó con la cabeza.

—Dime, mi amor —animó Jungkook, abrazándolo.

Minsoo abrazaba el pie de su madre intentando hacer lo que su padre hacía.

—¡Maaaaa! —gritaba, llorando también.

—Es que... Lo amo mucho —dijo Jimin en medio de sus sollozos.

Jungkook sintió que volvía a respirar y Minsoo paró de llorar.

—¡Amo! —repitió—. ¡Baba, amo! —dijo levantando sus brazos hacia arriba apretando sus puñitos para que su padre lo alzara.

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